Puras mentirotas de la Casa Blanca y Trump: el ataque a Irán no destruyó su programa nuclear

Los recientes bombardeos de Estados Unidos contra instalaciones nucleares iraníes fueron presentados al mundo como una “operación quirúrgica y exitosa”. Sin embargo, una evaluación preliminar de inteligencia estadounidense filtrada a medios como CNN, NBC News y The New York Times pinta un panorama muy diferente: el programa atómico de Teherán no fue destruido y apenas se habría retrasado seis meses.

Según este reporte confidencial, las instalaciones estratégicas de Fordo, Natanz e Isfahán sufrieron daños menores, contrarios a las afirmaciones iniciales del expresidente Donald Trump, quien aseguró que los complejos habían sido "completamente destruidos". De hecho, la mayor parte del material nuclear sigue bajo control de la República Islámica, lo que, en términos técnicos, mantiene intacta la capacidad de Irán para fabricar un arma nuclear si así lo decide.

Lo más crítico es que las centrifugadoras, columna vertebral del enriquecimiento de uranio, permanecen operativas, y que gran parte del uranio enriquecido fue trasladado antes del ataque. Algunas fuentes incluso sostienen que el material pudo haber sido reubicado en instalaciones secretas no detectadas por la inteligencia occidental.

La mayoría de los daños, según las fuentes, se concentraron en la infraestructura superficial: sistemas eléctricos, estructuras externas y algunas plantas de conversión de uranio. Las zonas subterráneas —donde Irán oculta sus verdaderas capacidades— resultaron prácticamente intactas.

Estas revelaciones no solo contradicen el discurso triunfalista de Trump, sino también el comunicado del Pentágono, que calificó la operación como un “éxito abrumador”. La diferencia entre lo que se dijo públicamente y lo que revelan los informes de inteligencia es abismal.

En paralelo, funcionarios israelíes —aliados estratégicos en la ofensiva— también han comenzado a cuestionar la efectividad real del ataque, especialmente en Fordo, uno de los puntos más críticos del programa nuclear iraní.

La vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, reaccionó con dureza ante las filtraciones. En su cuenta de X (antes Twitter), desestimó el informe filtrado calificándolo de “erróneo” y acusando a los medios de usar información de una “fuente anónima de bajo nivel” con fines políticos. También alegó que la filtración buscaba “denigrar al presidente Trump y desacreditar a los valientes pilotos” que ejecutaron la misión. Según ella, el impacto de lanzar catorce bombas de 13,600 kilos sobre un objetivo no deja lugar a dudas: “aniquilación total”.

No obstante, los datos técnicos y las imágenes satelitales apuntan a otro escenario: un ataque con daños muy limitados, altamente mediatizado y, sobre todo, sobrevendido.

Mientras tanto, el jefe de la Organización de Energía Atómica de Irán, Mohammad Eslami, afirmó que las instalaciones fueron restablecidas en poco tiempo gracias a medidas preventivas adoptadas antes del ataque. Una respuesta que subraya aún más la limitada efectividad de la operación militar estadounidense.

Lo que queda en evidencia, al menos por ahora, es una brecha enorme entre el discurso oficial y la realidad sobre el terreno. Y, una vez más, la Casa Blanca parece haber apostado más por el impacto mediático que por una acción con verdaderos resultados estratégicos.

Fuente:noticias/rt/fordo