La tragedia de Airbus A320 y los misteriosos pilotos suicidas

El martes 24 de marzo, el copiloto Andreas Lubitz no tenía que haberse montado en ese Airbus A320 que luego estrelló, al parecer de manera voluntaria, contra los Alpes franceses cuando el avión se dirigía de Barcelona (España) a Düsseldorf (Alemania).

Este viernes, tras registrar su apartamento en Düsseldorf, las autoridades alemanas encontraron una orden de incapacidad médica hecha pedazos en la que se le indicaba a Lubitz que debía permanecer en casa justo ese martes. Aún no se conocen detalles del equipo médico que entregó la solicitud ni existen fuentes confiables que hablen de un supuesto tratamiento al que se estaría sometiendo el piloto.

¿Es este el caso de un piloto suicida? Andreas Lubitz, de 27 años, lucía como un profesional destacado. Fue catalogado como un alumno “impecable” durante su paso por la escuela de formación de la aerolínea Lufthansa y trabajaba en la filial Germanwings desde septiembre de 2013. Había cumplido su sueño de ser piloto y acumulaba 630 horas de vuelo.

Pero hay un detalle al que quizá no se le prestó suficiente atención: el presidente ejecutivo de Lufthansa, Carsten Spohr, reveló esta semana que Lubitz interrumpió durante medio año su paso por la escuela de pilotos. Sin entregar más detalles, Spohr alegó “confidencialidad”, pero indicó que, al retornar a las clases, Lubitz superó “con gran éxito” las pruebas médicas y psicológicas requeridas por la compañía aérea.

Horas después de conocidas estas declaraciones, el diario inglés The Times y el medio alemán Bild indicaron que el copiloto tenía un “historial de depresión”.

“Que a un piloto le digan que no puede seguir ejerciendo su sueño porque sufre de depresión es como si acabaras de tajo con su carrera. Esta es una profesión de apasionados. Sé que intentarían ocultar su condición y seguir volando cuanto puedan, a pesar de su sufrimiento psicológico”, dice Mathieu Mouraud, periodista francés que se desempeñó como piloto comercial durante 13 años.

“Lo extraño es que Lubitz no evidenciara síntomas que alertaran al piloto. Si yo veo que quien me acompaña actúa raro, no puedo retirarme de la cabina. Si notan algo extraño antes de abordar, los pilotos pueden pedir que el copiloto sea sustituido, pues las aerolíneas cuentan con pilotos de reserva. Si tienes la más pequeña duda de que algo no anda bien, es tu responsabilidad hacer que las cosas no terminen así. Además, si eres piloto comercial, cada seis meses te someten a pruebas con simuladores para superar, bajo presión, crisis de todo tipo. Si fallas estas pruebas en dos ocasiones te retiran”.

Para el especialista Eduardo Mera, médico de aviación encargado de certificar el estado de salud de cientos de pilotos colombianos, “no hay suficiente información para determinar que efectivamente Lubitz estrelló ese avión guiado por la depresión. Según los reportes, el joven no presentaba comportamientos extraños y los pilotos son uno de los gremios que más se someten a chequeos médicos. Al menos una vez cada seis meses”, dice.

De acuerdo con Mera, es necesario que la sociedad abra el debate hacia la prevención del suicidio: “Las estadísticas revelan que los índices de suicidio se incrementan, y quienes tienen profesiones de riesgo, como los pilotos no están exentos de esa realidad. Tenemos que comenzar a entender el suicidio como una enfermedad que no sólo está relacionada con la salud mental. Hay condiciones culturales, contextos sociales y creencias personales que pueden detonar estos episodios”.

Los accidentes deliberados de aviones comerciales son tan raros que aún no han podido estudiarse con precisión los motivos que los ocasionan.

De acuerdo con un estudio realizado por la Administración Federal de Aviación (FAA) de Estados Unidos y publicado en 2014, de los 2.758 accidentes de aviación que hubo entre 2003-2012, ocho fueron ocasionados por intenciones suicidas.

Según la investigación, los pilotos de todos los vuelos eran de sexo masculino, con un rango de edad de 21 a 68 años. Cuatro habían estado bebiendo y dos estaban tomando fármacos antidepresivos en el momento del accidente. Además, los investigadores encontraron que cinco de los pilotos habían dado indicios de sus intenciones antes de volar.

La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), el organismo de la ONU que establece las normas mundiales de la aviación, recomienda que una persona con depresión no debe volar un avión. En su manual de medicina aeronáutica civil señala que las pruebas psicológicas de la tripulación aérea no son fiables en la predicción de los trastornos mentales.

Redacción--elespectador.com