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El legado de Carlos Fuentes


CIUDAD DE MÉXICO.- El escritor mexicano más conocido de finales del siglo XX, autor de novelas  y ensayos, entre los que destacan Aura, La muerte de Artemio Cruz, La región más transparente y Terra Nostra ha recibido, entre otros, el Premio Rómulo Gallegos en 1977, el Cervantes en 1987, el premio Príncipe de Asturias en 1994 y en 2009 la Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica. Fue nombrado miembro honorario de la Academia Mexicana de la Lengua en agosto de 2001.

Carlos Fuentes nació en Panamá, hijo de padres mexicanos, el 11 de noviembre de 1928. Su padre era diplomático, y pasó su infancia en diversas capitales de América: Montevideo, Río de Janeiro, Washington D.C, Santiago de Chile, Quito y Buenos Aires, ciudad a la que su padre llega en 1934 como consejero de la embajada de México.


Vivió en Santiago de Chile (1940-1944) y Buenos Aires en donde recibió la influencia de notables personalidades de la esfera cultural americana.

Llegó a México a los 16 años y entró en la preparatoria en el Centro Universitario México. Se inició como periodista colaborador de la revista Hoy y obtenía el primer lugar del concurso literario del Colegio Francés Morelos.

Se graduó en leyes en la Universidad Nacional Autónoma de México y en economía en el Instituto Altos Estudios Internacionales deGinebra. En 1972 fue elegido miembro de El Colegio Nacional, fue presentado por el poeta Octavio Paz y su discurso de ingreso fue "Palabras iniciales".

Su incursión en la Política


En 1975 aceptó el nombramiento de embajador de México en Francia como homenaje a la memoria de su padre. Durante su gestión, abrío las puertas de la embajada a los refugiados políticos latinoamericanos y a la resistencia española.

En 1977 renunció a su puesto de embajador en protesta contra el nombramiento del ex presidente Díaz Ordaz como primer embajador de México en España después de la muerte de Franco.

Alabó la figura de Fidel Castro y elogió también la apertura de Raúl Castro.

El escritor fue amigo personal de hombres poderosos de la política mundial, como Bill Clinton o Jacques Chirac y de la economía empresarial como Alberto Cortina (ACS., Banco Zaragozano, etc.), el empresario Javier Merino, el propietario de la multinacional Cámper, el mallorquino Llorenç Fluxà; Alfredo Sáenz (vicepresidente del Banco Santander), los millonarios Josep María Ollé, Leopoldo Rodés o el hotelero Simón Pedro Barceló del Grupo Barceló.

Las obras de Carlos Fuentes que marcaron una parte de la literatura mexicana

El escritor mexicano, Carlos Fuentes, fue uno de los escritores mexicanos impulsor del cambio de la literatura en México.

Fuentes se caracterizó por su manejo del género con el realismo, lo que lo catapultó como uno de los grandes cronistas del México del siglo XX y principios del XXI.

Autor de las obras Aura y la Muerte de Artemio Cruz, ambas escritas en 1962, que lo consagraron como uno de los escritores más importantes del país y de Iberoamérica.

Se suman:

Los días enmascarados (1954), La región más transparente (1958), Las buenas conciencias (1959), Cantar de Ciegos (1964), Zona sagrada (1967), Cambio de piel (1967), La nueva novela hispanoamericana (1969), El Mundo de José Luis Cuevas (1969), Cumpleaños (1969), Todos los gatos son pardos (1970), Casa con dos puertas (1970), Tiempo mexicano (1971), Los reinos originarios (1971), El tuerto es rey (1971).

Después de un descanso, Carlos Fuentes volvió a escribir cuatro años después.

Terra Nostra (1975), Cervantes o la crítica de la lectura (1976), La cabeza de la Hidra (1978), Una familia lejana (1980), Agua quemada (1981), Orquídeas  a la luz de la luna (1982), Grinjo viejo (1985), Cristóbal Nonato (1987), Valiente mundo nuevo (1990), La campaña (1990), Constancia y otras novelas para vírgenes (1990).

En el cine:

Como gran aficionado al cine, escribió guiones para numerosas películas, como Las dos Elenas, filme corto basado en su cuento homónimo y dirigida en 1964 por José Luis Ibáñez (director de otra cinta, Las dos cautivas, también basada en una historia de Fuentes), El gallo de oro (1964, junto con Gabriel García Márquez y el director de la película Roberto Gavaldón).

Asimismo escribió Un alma pura (1965), Tiempo de morir (1966, junto con Gabriel García Márquez), Pedro Páramo (adaptación de la novela de Juan Rulfo, con Carlos Velo, director, y Manuel Barbachano Ponce, 1967), Ignacio (también adaptado de un cuento de Juan Rulfo, 1975).

El mexicano Juan Ibáñez rodó en 1965 Un alma pura, Sergio Olhovich filmó Muñeca Reina en 1972 y en 1988 Orlando Merino realizó el mediometraje Vieja Moralidad. Estos tres filmes se basan en relatos homónimos del libro de cuentos de Fuentes Cantar de ciegos.

Su novela La cabeza de la hidra fue llevada al cine en 1981 por el director mexicano Paul Leduc con el título de Complot Petróleo: La cabeza de la hidra y guion del propio Fuentes. El argentino Luis Puenzo filmó en 1989 Gringo viejo. Filmó la serie televisiva El espejo enterrado, que se comienza a difundir en 1992 y sobre cuya base publica el libro homónimo.

Adiós al renovador de la novela


Especialistas en letras latinoamericanas destacan el papel innovador de Carlos Fuentes dentro de la literatura

“Carlos Fuentes (1928-1912) representará para siempre el papel del gran innovador”, afirma el escritor y crítico literario Julio Ortega sobre el novelista, ensayista, cuentista y diplomático mexicano que murió ayer de una hemorragia masiva.

“Fue un adelantado en la renovación de la novela, y del papel del intelectual, su independencia tanto del Estado como del mercado y su juventud perpetua, esa curiosidad por lo nuevo y los nuevos, libre de capillas y grillas locales, abierto al mundo y siempre capaz de recomenzar todo de nuevo. Ese optimismo en la cultura define su contribución cultural”, comenta en entrevista.

El catedrático de Brown University y experto en literatura latinoamericana revalora además la “pasión mexicana” del ganador de los premios Cervantes (1987) y Príncipe de Asturias (1994).

“Fue un ciudadano cabal: libre de prejuicios. No pudo con él ni la televisión ni la política partidista. Su independencia fue casi intolerable para muchos, que le cuestionaron su exceso de libertad, especialmente los escritores que han nacido y ahora envejecen en el presupuesto nacional. No es el único en haber ejercitado esa independencia, pero no quería ser ejemplo ni guía moral. Sólo quería escribir sin mandatos ni obligaciones”.

Señala que el gran tema de la obra de Fuentes es “la modernidad dolorosa de México, que pasa sin más transición de las dictaduras impuestas por la Revolución al capitalismo, sin mediaciones democráticas. Por eso es que en su obra la democratización, que es el fruto más preciado de la modernidad, lo hace la ficción, la novela. Así, sus novelas son proyectos de construir el futuro como crítica, libertad y emancipación de las tiranías de la autoridad y el poder”.

Georgina García-Gutiérrez, experta en la obra del autor de La región más trasparente, coincide en que México fue su gran preocupación temática. “Toda su producción serviría para informar magistralmente lo que es México. Para él, México fue el gran tema, está en toda su obra. Es uno de los mexicanos que más han amado con una intensidad terrible a este país”.

La investigadora de Filológicas de la UNAM, quien realizó sus tesis de maestría y doctorado sobre el autor de Aura y La muerte de Artemio Cruz, novelas que este año celebran medio siglo de su primera publicación, señala que en su bibliografía, que incluye unos 60 títulos, capta todas las trasformaciones del siglo XX en México.

“Lo que hace la obra de Fuentes es un registro, un retrato y una crítica de los distintos cambios que atravesó el país la pasada centuria. Leerlo es aprender sobre la historia, la sociedad, el lenguaje, las costumbres, las artes. Siempre señaló tanto las ventajas maravillosas de un pueblo que ha producido una cultura desde antes de la llegada de los españoles hasta la actualidad.

“También mostró las deficiencias de un sistema que reiteradamente ha dejado a un lado a los pobres. Ha mostrado cómo la corrupción, los intereses de los grupos y los individuos han causado una traición constante a este país. Su obra es un legado inmenso. México ha perdido a uno de sus grandes hombres en el peor momento que vive el país”, agrega.

Sobre el integrante del boom latinoamericano, junto con los Nobel Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, también opinó el crítico literario y escritor Adolfo Castañón. “Fuentes era para México y para los países de habla española uno de los ‘hermanos definidores’, como dijo alguna vez de México Pedro Henríquez Ureña”.

El poeta y académico de la lengua añade: “Supo encarnar en su persona y en su obra,  como muy pocos escritores, el mito y el signo, la cruz del oficio de las letras como novelista, cuentista, ensayista, periodista, orador y hombre apasionado de las letras escritas, vividas y desvividas en español desde América.

“Era un lector apasionado de Balzac, Cervantes, una humanidad ávida de vida, memoria e historia. Estaba misteriosamente conectado con los subsuelos americanos e hispánicos”, concluye.

Hombre de polémicas

Si algo caracterizó a Carlos Fuentes fue la polémica igual en su obra, que en su relación con otros protagonistas de la escena literaria y política del país. Incluso lo llamaron “camaleón mutante” o “intelectual florero”.

Su apoyo al ex presidente Luis Echeverría, su desencuentro con Enrique Krauze y el conflicto con Carlos Abascal por la novela Aura, son algunas de las controversias más recordadas a distancia.

En 1971, el autor de La muerte de Artemio Cruz brindó todo su apoyo al gobierno de Luis Echeverría; una sorpresa ante su postura antigubernamental desde la matanza de 1968 en Tlatelolco. Con la frase “Echeverría o el fascismo” el escritor confrontó a los sectores derivados del movimiento estudiantil, principalmente obreros y campesinos.

Poco después, en el régimen de Echeverría, Carlos Fuentes fue premiado con el nombramiento de embajador de México en Francia. No duró mucho en el cargo, pues renunció en 1977, porque a Díaz Ordaz lo nombraron embajador en España.

Tal vez la polémica de mayor proyección fue su separación con Enrique Krauze, que alcanzó a Octavio Paz. El conflicto inició en 1988, cuando la revista Vuelta publicó el ensayo La comedia mexicana de Carlos Fuentes, escrito por Krauze; en el que criticaba su literaria en lengua inglesa, la retórica de sus textos y que su discurso dependiera del gobierno en turno.

Carlos Fuentes interpretó la publicación como una traición, tanto de Krauze como de Paz, editor de Vuelta, lo que concluyó en la ruptura de su amistad.

Luego, en 2008, Fuentes se enfrentó con Carlos Abascal, entonces secretario de Trabajo federal, quien se dijo molesto porque su hija tuviera que leer la novela Aura, que consideró erótica. Fuentes respondió: “Me parece un hecho por demás condenable que sea el secretario del Trabajo el que decida las lecturas que se hacen en una escuela”.

El conflicto más reciente lo protagonizó con el candidato presidencial Enrique Peña Nieto cuando éste dijo, en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que Enrique Krauze era el autor de La silla del águila, novela escrita en 2003 por Fuentes, quien respondió: “Este señor tiene derecho a no leerme, lo que no tiene derecho es a ser presidente de México”.

Redacción--excelsior.com.mx
El legado de Carlos Fuentes Reviewed by Toluca Noticias on 5/16/2012 Rating: 5

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