Cárceles modelo en Austria

Para la prisión de Leoben se destinó un presupuesto de 46 millones de euros (63 millones de dólares).

El Centro de Justicia Leoben, abierto en 2005, ha ganado varios premios de arquitectura

Berlín, Alemania.- El sistema de justicia de Austria sostiene que la mejor manera de reformar a un delincuente es no llevarlo a prisión. Y si tiene que ir, se le envía a cárceles modelo, como la de Leoben, que tiene más apariencia de apacible hotel que de lugar punitivo.

"(Estas ideas están plasmadas) en una ley penitenciaria donde se reclasificó el término sentencia de cárcel para encontrar otras maneras de castigo", explica el criminólogo austriaco Wolfgang Gratz, principal promotor de los cambios en este rubro.

A las personas que delinquen por primera vez o las que cometen delitos menores se les plantean diversas alternativas, como el pago de multas, hacer labores sociales o gozar de un tipo de libertad condicional en la que el recluso pasa sus días en el exterior y sólo duerme en la prisión.

La cárcel es, pues, considerada el último recurso. En caso de no evitarse, la justicia de la nación europea estará obligada a revisar el caso al menos una vez al año para evaluar si la sentencia sigue siendo necesaria.

"La duración y la forma de encarcelación, así como el uso del derecho penal tienen en general muy poca influencia (en evitar) la reincidencia y en el desarrollo de la violencia", señala Gratz.

Las malas cárceles, añadió, son como las centrales nucleares: una partícula que sale daña a la población.

La reforma penal de Austria, realizada a mediados de 1970, permitió que el país dejara de encabezar la lista europea con más presos por habitante, en sólo una década. Ahora, no es la mejor en el Viejo Continente, pero ha avanzado varios escalones.

Entre las mejoras implementadas se encuentran las nuevas cárceles que se están construyendo en el país que, además de seguir los lineamientos de las leyes en el rubro, juegan con un diseño arquitectónico moderno.

Ese es el caso del Centro de Justicia Leoben, abierto en 2005, y desde entonces considerado como ejemplo de un edificio para la administración de justicia.

El inmueble, por sí solo, ha ganado varios premios de arquitectura, pero, según algunas críticas, se ve como un centro vacacional.

"Desde los años 70 no se permiten en Austria los castigos físicos, es decir mala alimentación u oscuridad, por eso esta cárcel se ve muy diferente", dice el diseñador de la prisión de Leoben, Josef Hohensinn.

Hohensinn nunca había planeado una cárcel y estudió detenidamente el tema. Ahora, es el encargado de levantar otros cuatro centros de reclusión.

La crítica a éstas como centros vacacionales se centra en que hay arte en la construcción e incluso exposiciones dentro de la misma.

Pero antes que arte abstracto, los prisioneros son confrontados con sentimientos de buen acogimiento, como lo trata de hacer la exposición de Flora Neuwirth, quien, en áreas comunes, ubicó muebles como los que se verían en casa.

La cárcel también tiene espacios más luminosos y mejor aireados, y cada una de las celdas cuenta con inodoro y regadera. Eso sí, sin rebasar las medidas originales.

En otras áreas se encuentra mobiliario que, aseguran, no huele a prisión, sino a esos diseños de madera sencillos, pero famosos que se venden en Europa.

El cambio más radical desde el punto de vista arquitectónico fue crear espacios para que los prisioneros pasen tiempo en grupo: una celda enorme con cocina, sala y balcón para respirar aire puro. Claro, todo con barrotes.

Esta implementación no estaba prevista en las reformas penales, pero el Ministerio de Justicia apoyó a Hohensinn con la orden de no sobrepasar el presupuesto federal, 46 millones de euros, una cantidad promedio a nivel internacional para construir cárceles.

Con sus 205 prisioneros que representan 100 por ciento de ocupación, encarcelados ahí por agresiones físicas graves, violación, asesinato e incluso robos, Leoben logró mejoras en el sistema penitenciario de Austria.

La prueba de ello quedó asentada en un estudio hecho por la criminóloga Ireen Friedrich, quien entrevistó a funcionarios penitenciarios y a reos, primero en la vieja cárcel y unos meses después en el nuevo centro de reclusión.

"La tasa de vandalismo dentro de la prisión bajó drásticamente (un 80 por ciento)", relató Friedrich.

Además, dos terceras partes de los prisioneros calificaron a la prisión de Leoben como muy buena; 50 por ciento se dijo contento por ver arte en las instalaciones, y 43 por ciento aseguró que no se debería hacer ningún cambio adicional.

"La relación entre funcionarios y prisioneros es también más relajada", agregó la criminóloga austriaca.

Lo que antes era la zona de seguridad en las cárceles del país, pasó a ser una zona llamada "medidas penitenciarias", donde los reos no se quedan más de 2 años para evitar causarles daños para su posterior resocialización.

Eso sí, dentro de la cárcel todo prisionero está obligado a trabajar a cambio de una remuneración, y si no conoce alguna profesión, se le da la educación necesaria.

La Ley Penal de Austria dice que a un convicto se le debe garantizar una vida similar a la que llevaba afuera.

Eso lo resalta la cárcel de Leoben al entrar. En una de sus paredes se lee la inscripción del artículo 1 de la Declaración de los Derechos Humanos de Naciones Unidas: "Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad..."

"Si lo vemos del lado administrativo se evita pagar unos 30 mil euros por año por cada lugar en la cárcel", añade Gratz.

Redacción--Reforma