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Mamá, no quiero ser como Enrique Peña


Especialistas coinciden en que leer da libertad, hace menos profundas las injusticias y crea una buena ciudadanía

CIUDAD DE MÉXICO.- El escritor peruano-español Mario Vargas Llosa afirma que al leer “nos preparamos para combatir la injusticia”. El Nobel de Literatura 2010, quien se encontró con los libros a los cinco años de edad e hizo de ellos un refugio que lo resguardó del autoritarismo y la violencia de su padre, piensa que la literatura “es un arma maravillosa que hemos encontrado para hacer menos profunda e irreversible la injusticia”.

Por su parte, la narradora rumano-alemana Herta Müller, Nobel de Literatura 2009, quien descubrió los libros a los 15 años, concibe a la lectura como un consuelo en medio de la dictadura que vivió en su país. “Creía que si leía podía entender mejor la vida. Desde niña me sentía sola. Y cuando empecé a leer experimenté una unidad y una belleza del lenguaje que me decían quién era yo. La literatura me reconfortaba y me hacía resistir”.


Este poder de la lectura, tan presente en el mundo intelectual, no es evocado de manera constante en el ámbito de la política; y, cuando esto sucede, al menos en el caso de los políticos mexicanos, es sinónimo de problemas, como lo ejemplifican los recientes comentarios en que estos actores han confundido a autores de libros.

“La verdad es que los políticos no leen. Lo que es evidente es que quieren quedar bien con los posibles votantes que tienen una cultura literaria. Todos sabemos que a los políticos les leen los libros sus asesores y les hacen tarjetitas para que se enteren de lo que se tratan. No leen, por eso no pueden recordar los títulos o los autores. Es falso que tengan un vínculo estrecho con los libros. Lo triste es que esto no es una anomalía, sino una constante”, comenta Juan Domingo Argüelles.



El experto en el tema de la lectura, agrega que tal vez los políticos mexicanos “leyeron, como casi todos en México, con la lectura por obligación, que no deja ninguna huella en nadie. La escuela no hace lectores, no los forma. Ese es el gran problema”.

El autor de ¿Qué leen los que no leen y Si quieres lee dice tajante que en realidad los mexicanos no tenemos una cultura lectora, “No sólo porque tengamos políticos que no leen, sino porque al Estado no le interesa la lectura. Todos los programas de promoción de la lectura que se han realizado no han tenido ningún efecto, porque tampoco tuvieron ningún resultado”.

El poeta, ensayista, crítico literario y editor está convencido de que la Encuesta Nacional de Lectura 2006, la única que el gobierno mexicano ha hecho para determinar qué y cuánto se lee en el país, por qué y dónde se lee, el acceso y la circulación de la cultura escrita, los usos del tiempo libre y los factores que estimulan o inhiben la formación lectora, es “una vacilada”.

“El 2.9 libros per cápita que indica leen los mexicanos al año corresponde a una adecuación estadística, atribuyen estos libros a quienes no han leído ni una sola página y le restan 50 a quienes han leído una cantidad superior a 2.9. Es una proyección. En otros países se busca el porcentaje de personas que leen y de las que no leen y funciona mejor”, agrega.

Argüelles destaca que existe un estudio más reciente que acaba de dar a conocer la asociación civil Fundación Mexicana para el Fomento de la Lectura (FunLectura), titulado Lectura, capacidades ciudadanas y desarrollo en México que, en palabras de Lorenzo Gómez Morin, el presidente ejecutivo, se hizo con la idea de “poner en evidencia la importancia de la lectura en todos los ámbitos de la vida social, económica, incluso política y democrática del país”.

Añade que se pretende hacer un primer acercamiento a cómo la lectura no es un asunto sólo de cultura, sino de capacidad ciudadana. “Un buen ciudadano lo es porque la lectura le ha dado acceso a información que le permite ser más productivo, participativo, más apegado a estado de derecho. Lo que hicimos fue una correlación entre los niveles de comprensión lectora y los diferentes indicadores de desarrollo humano y social del país”.

Programas poco efectivos
La lectura ha sido una preocupación constante del Estado mexicano, admiten Juan Domingo Argüelles y Lorenzo Gómez Morin, pero los resultados son poco visibles. Las Salas de Lectura, las Bibliotecas de Aula y Bibliotecas Escolares son algunos de los programas que se han impulsado desde el sector público. Y Nosotros entre libros y las bibliotecas de barrio Bunkos, de A Leer/IBBY México, son dos de los ejemplos más destacados del trabajo de las organizaciones no gubernamentales.

Con más de tres mil 600 Salas de Lectura en todo el país, esta iniciativa que cumplió sus 15 años de vida en 2010, coordinada por el Conaculta, es una de las que más éxito han tenido porque han involucrado a la sociedad.

En cambio, las Bibliotecas de Aula y Escolares, añade Gómez Morin, es un buen proyecto que se ha caído.

Cuando rezamos hablamos con Dios, pero cuando leemos es Dios quien habla con nosotros.
San Agustín


Redacción--Diario Excelsior
Mamá, no quiero ser como Enrique Peña Reviewed by Toluca Noticias on 12/13/2011 Rating: 5

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