Indigentes toman bibliotecas en USA

Frank Bunnel es uno de los indigentes que acude diariamente en busca de cobijo

La Biblioteca Pública de San Francisco decidió contratar una trabajadora social para auxiliar a los indigentes que la visitan

San Francisco, Estados Unidos.- A medida que se suspenden programas sociales debido a la recesión, las librerías públicas estadounidenses se están convirtiendo en verdaderos refugios para las personas desamparadas, rechazadas en todos lados.

Todos los días, cuando abre la biblioteca, John Banks está allí, esperando entrar. Encuentra un lugar y se queda hasta que cierra. Entonces se va en su silla de ruedas a la terminal de autobuses donde pasa la noche.

Como tantos otros indigentes que frecuentan el recinto, lo único que quiere Banks es un lugar donde sentarse en paz. No quiere hablar con nadie ni que le hablen.

Si necesita ayuda, sabe lo que hay que hacer: llamar al trabajador social de la biblioteca.

La oficina principal de la Biblioteca Pública de San Francisco, donde cientos de indigentes pasan el día, es la primera del país que tiene un trabajador social a mano, según la Asociación de Bibliotecas de Estados Unidos (ALA, por sus siglas en inglés).

Las bibliotecas de todo el país tienen distintas políticas en torno a las personas que usan sus sanitarios para bañarse o consumir drogas.

En Philadelphia y San Francisco, estos centros contrataron a algunos de los indigentes para atender los baños o llevar a las personas a iglesias o refugios donde pueden bañarse.

En Portland, Oregón, se adoptaron castigos para quienes cometan infracciones como la prohibición del ingreso por un día por afeitarse, o tres por pelear.

Estos lugares siempre han sido un sitio donde los indigentes pueden pasar un rato, pero da la impresión de que ha aumentado la cantidad de gente con trastornos mentales o necesidades básicas como comida y techo, consideró Camila Alire, presidenta de la oficina de ALA en Chicago.

"Las bibliotecas públicas están haciendo lo que pueden para servir a los usuarios habituales y a quienes no lo son", remarcó Alire.

"Espero que lo que ha hecho la Biblioteca Pública de San Francisco, que incorporó a un trabajador social, sirva de modelo, porque son gente que sabe cómo lidiar con personas que están en su derecho de usar la red de bibliotecas públicas''.

Otros centros han contratado terapeutas para instruir al personal cómo lidiar con visitantes problemáticos.

Edmond Otis, un psicoterapeuta que le muestra a los bibliotecarios cómo manejarse con personas que pueden tener trastornos mentales o haber consumido drogas, considera vital mantener la calma, tratarlos con respeto, fijar reglas y hacerlas respetar.

En este contexto, reconoce, algunos bibliotecarios están acostumbrándose a lidiar con indigentes.

Condiciones convenientes

La biblioteca de San Francisco, un edificio de seis pisos con paredes de vidrio, atrae muchos desamparados. Se encuentra cerca de un vecindario donde abundan hoteles baratos, comedores comunitarios y otros servicios para pobres.

Por las mañanas, cuando abre, aparece mucha gente que con aspecto de indigente, que carga las pocas pertenencias que tiene, como Frank Bunnel, de 53 años, quien acude todos los días con un bolso y una manta.

"A veces me duermo aquí", comentó.

Por años, según Karen Strauss, subdirectora de bibliotecarios de la oficina central en San Francisco, el personal no podía hacer mucho cuando se aparecía una persona mal vestida, a veces maloliente, que sacaba un libro, se sentaba en una mesa y no se movía de allí.

Si se presentaba alguien con trastornos mentales o problemas de drogas, se llamaba al único custodio en el lugar, un sargento de la Policía.

Ayuda necesaria

El año pasado, la biblioteca decidió contratar a Leah Esguerra, una trabajadora social del Departamento de Salud Pública, quien calcula haber atendido a unas 200 personas ya.

Su tarea es tratar de ayudar a quienes lo necesitan, sin molestar a los demás. Aunque no siempre sean desamparados.

"Hay gente que está deprimida porque no encuentra trabajo. O a la que se le murió un ser querido", explicó. "Intervengo si me llaman o si mi presencia es necesaria''.

Redacción--Reforma