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Pan de muerto, una cultura mexicana


"Hay muertos que no hacen ruido y es tan lento su penar", "¡Huesuda por qué estás tan fría!" y "A mí, la muerte me pela los dientes", son algunos de los dichos mexicanos de quienes, como nosotros, bailamos, platicamos y hasta nos burlamos de la muerte. 

Todo el año no nos acordamos de ellos, sin embargo, el "Día de los Santos Difuntos", le ponemos su ofrenda con la comida que más les gustaba, sus cigarritos, el sabroso pan de muerto y, claro, el tequilita que empinaba con singular alegría. 


José Guadalupe Posadas, en plena época porfiriana, reseñaba todas las facetas populares de la muerte, pero, sin duda alguna, la Catrina, por su belleza huesuda y su traje morado que le cubría las canillas y ese sombrero, también morado, que dejaba ver los huecos de los ojos. "¡Ay nanita!"

Son dos días, uno de los difuntitos y otro de los adultos que ya pasaron a la otra vida. Y esas fechas tan especiales, además de agarrar "puentes" y no ir a trabajar, miles de vivos saturan los panteones para rendir culto a sus familiares o amigos ya fallecidos. 

Y en la misma tumba, le ponen su ofrenda: "Pues a mi viejo le gustaba la barbacoa con su pulquito, bien espeso, y al final, una cervatana que le ayudaba a la digestión", declaró muy segura doña Petra Martínez, quien prepara ya todo para irse al panteón a visitar a quien fuera su esposo durante 30 años.

El muerto está dentro del pan


Ramón Santillana, catedrático de Escenarios Regionales del Instinto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey Campus Toluca, explicó que la elaboración del pan de muerto forma parte de la cultura mexicana que intenta mofarse de la muerte.

"Lo que se pretende es burlarse, engañarla o jugar con ella", sin embargo, no queda de otra más que resignarse a ese fin".

Santillana explicó que la elaboración del pan de muerto, en nuestro país es una tradición que viene desde la época precolombina.

"El círculo simboliza el inframundo y lo que simula los huesitos -que obviamente se hacen de pan son los huesos del muerto que está ahí, expresado en el inframundo".

Algo muy curioso, continuó, es que cuando a los extranjeros se les habla del "pan de muerto", ellos lo asociación con un pan de frutas, pues piensan que el muerto está adentro.

Sobre la versión acerca que el pan nació de la sustitución que hicieron los españoles de un ritual indígena en donde sacrificaban a las doncellas, cuyo corazón lo metían en amaranto y que quien realizaba el sacrificio debía comer una parte como agradecimiento a un dios, el estudioso subrayó "es otro símbolo del sincretismo de dos culturas".

Lo que hicieron los españoles fue dar un nombre hispano a un dios nativo y lo mismo con las tradiciones, pues en este caso lo sustituyeron por un pan de trigo en forma de corazón y bañado con azúcar pintada de rojo.

"Se trata de una tradición que no se pudo borrar nada mas así", sostuvo.

Para Natalia Live, estudiante de preparatoria, el pan de muerto, surgió en la época prehispánica y representa a los huesos de aquellos que ya partieron.

Lucía Herrera Mondragón, originaria de Lomas de San Pablo, en San José Villa de Allende, explicó que acostumbra elaborar el pan de muerto para agasajar a "nuestros difuntitos que nos vienen a visitar".

Refirió que cuando se trata de un familiar que acaba de morir -o un "nuevito"- se hacen cajas y cajas de pan para "todas las personas que nos quieran acompañar".

La medida tradicional para elaborar el pan, afirmó, es por el número de arrobas -poco más de 10 kilos-, no obstante, cuando es un "nuevito" se preparan bultos de más de 44 kilos de harina y, en ocasiones, tardamos más de un día en cocinarlo.

"Los preparativos inician con la compra de harina y azúcar y, si tenemos el horno en la casa -que por lo general es de piedra-, lo limpiamos y lo preparamos bien, para empezar a amasar el pan el día 25".

Doña Lucía explicó "primero se extiende la harina y la levadura -mucha gente la compra, pero otra no- porque le pone asiento de pulque, es un poquito, depende de la cantidad que se vaya a preparar, es lo que se le pone, se aparta y más tarde se le pone la miel, que ya la tiene uno hervida".

Aclaró que la miel se hace con azúcar y anís, y se le pone a la harina que sobró, se va amasando..., amasando y amasando..., se le pone la levadura del pulque que se apartó y se amasa bien, se le deja reposar hasta que aumente al doble de su tamaño y es cuando sabemos que ya está buena.

Mencionó que después se forman los dibujos, animales, golondrinas, muñecos, pescados y delfines, pues se pueden elaborar todos los animales y posteriormente se meten al horno.

Aclaró que cuando no tienen horno, lo piden prestado a alguna vecina y una vez que ya está cocido se le regalan algunas piezas, en señal de agradecimiento.

Precisó que normalmente utilizan una arroba y salen alrededor de 100 piezas de pan, no obstante, donde se espera un "nuevito", se utiliza un bulto de 44 kilos de harina, porque va a ir mucha gente a visitarlo, a dejarle una flor, a esperarlo en su casa donde falleció, entonces toda la gente que va y uno como casero le da pan, fruta y de cenar".

Poco se ha escrito al respecto


José Luis Curiel Monteagudo, en su libro "Azucarados Afanes, Dulces y Panes", sostiene "comer muertos es para el mexicano un verdadero placer, aunque se considera la antropofagia de pan y azúcar. El fenómeno se asimila con respeto e ironía, se desafía a la muerte, se burlan de ella comiéndola".

En el libro "De Nuestras Tradiciones" se narra la elaboración de un pan compuesto por semillas de amaranto molidas y tostadas, mezclado con la sangre de los sacrificios que se ofrecían en honor a Izcoxauhqui, Cuetzaltzin o Huehueteotl.

También hacían un ídolo de Huitzilopochtli de "alegría", al que después encajaban un pico y como forma de sacrificios, le sacaban el corazón simbólicamente, pues el pan de amaranto era el corazón de ídolo.

Luego, comenta, se repartían entre el pueblo algunos pedazos del pan para compartir la divinidad.

Algunos historiadores han dicho "este pan de hojaldre, con sus cuatro gotitas o canillas, simboliza los huesos de quien se ha ido. La parte de arriba, su corazón".

Para otros, el pan lleva las cuatro canillas en forma de cruz, porque con ellas se designan los cuatro rumbos del nahuolli o el universo.

También se piensa que su forma circular simboliza el ciclo de la vida y la muerte de los seres humanos, mientras que los huesitos -elaborados con masa y escarcha de azúcar- y adornados con ajonjolí representan las lágrimas por nuestros difuntos.

Otra versión indica que el círculo que se encuentra en la parte superior del mismo es el cráneo, las canillas son los huesos y el sabor a azahar son el recuerdo a los ya fallecidos.

Redacción--Sol de Toluca
Pan de muerto, una cultura mexicana Reviewed by Toluca Noticias on 10/21/2013 Rating: 5

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