Mexicanos que no lean, que paguen más impuestos

El interés por los libros no es una cuestión de voluntad propia, existen una serie de circunstancias que la propician o la desfavorecen. Leer por gusto, es algo que se contagia, es una cuestión aprendida, sin embargo, en México muy pocos adquieren ese hábito.

La realidad muestra que la lectura es una actividad relegada a la hora del ocio, ya que la televisión, los videojuegos o las redes sociales, pueden resultar más atractivos.

Sin embargo, más allá de las preferencias de cada persona hay algo concreto, la práctica de la lectura es una de las herramientas más distinguidas para garantizar nuestro desarrollo intelectual, creativo y de bienestar humano; el no tomarla, puede volverse un freno en las posibilidades de superación en la vida.

Según la Encuesta Nacional de Hábitos, Prácticas y Consumo Culturales de Conaculta, dada a conocer en 2010, alrededor del 70% de los mexicanos no leen un solo libro al año. Es decir, alrededor de 82 millones de personas no abren un libro, unos porque no saben (según el INEGI hay en el país cerca de 5.3 millones de personas mayores de quince años analfabetas) y otros porque no pueden o simplemente no quieren.

¿Qué lee el 30% restante? Según la misma encuesta, en orden descendente, se leen novelas, libros históricos, de superación personal, fenómenos paranormales; las menos usuales son las biografías, poesías y biología.

En México solo existe una biblioteca por cada 15 mil habitantes y una librería por cada 200 mil, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Lectura 2012, pero los números rojos no terminan ahí, ya que el pasado 23 de abril,  la UNESCO dio a conocer una lista sobre el índice de lectura de 108 naciones y el resultado fue que México ocupa el penúltimo lugar.

Empujones que no bastan

De “Hacia un país de lectores”, promovido por Vicente Fox Quesada, se pasó a “México lee”: dos programas que se diferencian muy poco entre sí, porque están diseñados con el mismo propósito de atacar lo cuantitativo en la lectura.

En el documento “Estándares Nacionales de Habilidad Lectora”, se señala que los padres de familia deberán de realizar un conteo del número de palabras que lee el menor por minuto, ya que con esto se “desarrollará el gusto y la habilidad lectora de sus hijos”.

Sin embargo, para Guillermo Israel Chávez García, padre de familia, esta técnica no contribuye a desarrollar la buena práctica de la lectura, misma que consiste en tener capacidad de reflexión y análisis. “Este programa no funciona, los niños se preocupan más por leer un número grande de palabras para que su profesor les califique bien, que por comprender la esencia del texto”, asegura.

Al respecto, en el artículo “Libros como espejos”,  publicado en La Jornada el 2 de noviembre de 2011, el investigador y periodista Carlos Martínez García afirma: “Mucho del sistema escolar está orientado a desalentar la lectura […] No hay imaginación pedagógica para transmitir el gozo de leer, simplemente porque en su mayor parte los profesores no son lectores. Y tampoco lo son los funcionarios encargados de aumentar burocráticamente los índices de lectura”.

Por su parte, Ofelia Hernández Reyes, profesora de primaria, comenta que “no hay el tiempo suficiente para estar revisando si todos los niños comprendieron bien la lectura, aquí es donde los padres tienen que apoyar haciéndolo con cada uno de sus hijos”.

¿Con lemas se lee más?

“Leer para aprender” y “Diviértete leyendo” son las campañas actuales de fomento a la lectura que cuentan con un gran número de voceros, entre los que se encuentran cantantes, actores, deportistas y conductores que invitan con frases como “La lectura es fundamental porque te cultivas”, en boca de los integrantes de K-Paz de la Sierra; “Leer nos enloquece”, con los integrantes de OV7; “No importa lo que leas, lo importante es que leas”, con Jesse y Joy; o “Es meterme a un mundo maravilloso” con Margarita “La diosa de la cumbia”.

Al respecto, Juan Domingo Argüelles, reconocido estudioso de la lectura en México, declaró para el periódico El Universal  que “un lema no sirve para nada en tanto no esté acompañado de un sustento social, educativo y cultural. La campaña del Consejo de la Comunicación Voz de las Empresas es horrorosa, estereotipada y hecha por personas que se ve que tienen muy poca idea de la lectura y de los libros”.

Si bien, las campañas de fomento a la lectura no han funcionado, el sistema educativo y la familia pueden lograr que se lea más y mejor, ambos tienen que ser el impulso en el desarrollo de un menor. El vínculo afectivo va a jugar a favor, ya que los pequeños tienden a reproducir lo que sus padres hacen, si ellos leen, los pequeños lo harán gustosamente.

Si los padres de familia y las escuelas lograran estimular correctamente ese deseo de leer, seleccionando el tipo de textos adecuados, se puede esperar con toda seguridad que serán adultos con una extraordinaria competitividad comunicativa y un excelente pensamiento crítico.

La llave que te abrirá puertas

Un libro debe de ser una experiencia viviente en cada hogar, se puede fomentar de forma natural en familia, más no en una imposición. Tenemos en la casa un lugar para comer y dormir, de igual manera podemos adaptar un espacio para leer.

Así que ¿por qué no comenzar desde hoy a tener una lectura constante?, no perdemos nada, al contrario ganamos mucho: un puente hacia el conocimiento y un boleto para viajar por los caminos del tiempo y del espacio.

Redacción--alfa diario.net